Desde hace unos años, David Bisbal no mira por el retrovisor. Lo suyo es una carrera musical meteórica y el rocoso concierto que ofreció en Puertollano certifica que el almeriense va a todo gas sobre el escenario. Las más de 4.000 personas que abarrotaron el coso polivalente comprobaron durante tres horas que el "triunfito" más conocido abandonó hace tiempo ese sambenito para situarse en los puestos de cabeza del panorama musical nacional.
Bisbal, un torrente de energía sobre el escenario, ofreció una actuación vitriólica donde dio un repaso completo de las canciones que configuran su último disco, "Sin mirar atrás", a las que añadió los temas más conocidos de su trayectoria discográfica. En su actual gira, el sonido del almeriense hace guiños a los ritmos rockeros aunque sin descuidar ribetes aflamencados. Afianzando lo anterior, un escenario multimedia mastodóntico donde las luces LED, las proyecciones de imágenes y una iluminación variopinta pusieron de relieve que a día de hoy los conciertos de Bisbal están al mismo nivel de otros "star systems" como Alejandro Sanz.
Comenzó su actuación cantando la canción homónima de su último trabajo, "Sin mirar atrás" para continuar con otras como "Esclavo de sus besos", "Al Andalus", "Dame tu amor", "Sueños rotos", "Oye el boom", "Cómo olvidar", "Lloraré las penas", "Mi princesa", "Si falta el aire", "Ave María", "Bulería", etc. Si bien, uno de los momentos álgidos se produjo cuando Bisbal, enfundado con la camiseta azul del CD Puertollano y ondeando una bandera española, cantó la conocida "Waving Flag", el himno oficial del mundial de fútbol Sudáfrica 2010.
Pero Bisbal tiene cuerda para rato, en las tres horas de concierto dio muestra de su alto octanaje vocal y de su desparpajo sobre el escenario. Al almeriense le venera una legión de fans como también quedó patente en Puertollano. En la zona VIP se agolpaban clubs de seguidoras de diversas comunidades autónomas e incluso de otros países, caso de Serbia. Como nota curiosa, y para demostrar las pasiones que levanta Bisbal, el caso de dos seguidoras madrileñas que realizan su particular peregrinaje acompañando al almeriense a lo largo de su gira, en casi todas las ciudades donde recala el espectáculo del almeriense.
Un concierto que se suma a ese largo rosario de localidades deseosas de acoger a un chaval que comenzó haciendo bolos en orquestas y que actualmente es un fenómeno de masas.
